Una persona nos dijo una vez que la felicidad son momentos. Y pensamos que así es. Cuando miramos hacia atrás, cuando se asoma algo de nostalgia o cuando nos damos cuenta del irremediable paso del tiempo y empezamos a recordar, todo son sonrisas, abrazos, anécdotas, momentos precisos que se quedaron grabados en nuestra memoria. Nunca hubo dirección, nunca se nos dijo qué hacer, simplemente vivimos.

Emociones reales es lo que buscamos, imágenes que resistan el paso del tiempo. La fotografía tiene el poder de convertir en eterno lo temporal, conservar para siempre imágenes que evocan sensaciones y te hacen revivir una época.

Es por ello que solo queremos que nuestras parejas vivan su día a tope, que sean felices, que compartan con sus familias, con sus amigos; que abracen a ese abuelo que hizo un esfuerzo por estar allí, al niño que no para de correr, que disfruten con ese tío que es capaz de bailarlo todo, que le huyan al arroz después de la ceremonia. Queremos que se preocupen por ser ellos mismos y nada más, porque al final allí estaremos para documentarlo.